miércoles, 14 de febrero de 2018

Detectives del pasado


La arqueología es la ciencia que estudia las sociedades humanas pasadas, las que ya no vemos pero que han dejado su huella material a lo largo del tiempo y el espacio. Los arqueólogos, a través de las evidencias arqueológicas, se disponen a reconstruir el modo de vida de las sociedades antiguas, es decir, qué hacían, qué comían, dónde dormían, cómo enterraban a sus muertos, cómo sentían y pensaban esas personas que nos antecedieron. Es decir, estudiamos la organización social y la diversidad en el comportamiento humano.
Su formación consta del estudio de grandes cantidades de libros relacionados con investigaciones previas; conocimientos de historia y prehistoria, geografía y geología, zoología y paleontología, botánica, estadística, entre otras. También se debe realizar tareas de recogida de datos y análisis en laboratorio. Un arqueólogo debe saber escribir correctamente para poder exponer toda esa información que extrae de los restos arqueológicos y sus contextos. Pero lo que define por excelencia a un arqueólogo es su particular metodología: el trabajo de campo.
¿Qué quiere decir esto? Los sitios arqueológicos no se encuentran por arte de magia en el terreno. Los profesionales que se dedican a esto deben dedicar gran cantidad de días en la búsqueda de indicios de posibles sitios. A esto le llamamos prospección.
Una vez que se identifica un sitio arqueológico se procede a realizar una excavación arqueológica. Aquí un grupo de personas trabajan horas, días y hasta años para poder extraer la mayor cantidad de restos arqueológicos, a través de técnicas muy precisas.
Luego se realiza un análisis de los restos y la datación (fecha) del sitio. En el laboratorio se limpian y clasifican los materiales. Podemos encontrar materiales realizados en piedra, cerámica o material óseo, entre otros. Podemos encontrar también, resto de fogones, construcciones, regadíos, evidencias de consumo de plantas y animales. Esta información se describe con mucho cuidado generando así un registro de datos del sitio arqueológico.
 Una vez que tenemos todo esto en marcha, los arqueólogos se disponen a relacionar estas piezas para poder descubrir cuáles eran las actividades que se llevaban a cabo en el sitio.
 
Autora: Diana Ramos
Artículo de la Revista Cultural Mito, 14 de noviembre de 2013


 
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