sábado, 29 de septiembre de 2018
miércoles, 26 de septiembre de 2018
Pequeños relatos para un gran curso (2ª parte)
Aquí os dejamos nuevos relatos breves para iniciar con fuerza el curso.
“¡Paperas!” Autora: Rocío
“¡Paperas!, el médico
ha dicho que tienes paperas… por lo tanto, no creo que venga a tu cumpleaños.
Hazte a la idea”, dijo la madre.
-
¡Jooo, mamá! Yo quiero ir, dijo el niño.
-
No quiero que vayas porque no quiero que se te infecten y
sea más grave – respondió la madre.
Al final de la discusión, no fue
al cumpleaños y se quedó en casa descansando.
“Recicla-Infinito” Autor: Aitor
Aquella mañana me encontré al número infinito
tumbado en la basura. Creo que es muy valioso porque hay tantos números como su
valor contiene, pero nadie puede saber que me lo he encontrado. Lo guardaré en el
mejor lugar del mundo. Más tarde, lo enseñaré y seré famoso. Tras haber
publicado mis acciones, ya seré famoso en todo el mundo y tendré que buscarme
un nombre fácil y muy chulo: el “Recicla-Infinitos”.
“Remolachus” Autora: Raquel
¿Remolachus es nombre de chico o de chica? dijo,
finalmente, Alberto mirando a aquel extraño ser. Después de pensarlo tanto, no
quedaron de acuerdo. De repente, Alberto dijo que era chico y todos quedaron
asombrados. Después, de nuevo hicieron una fiesta por la nueva información de
Remolacus.
“Platillos volantes” Autor: Fran
¿Por qué será tan
complicado coger un taxi?, se preguntó Laura mientras una nube de platillos
volantes comenzaba a cubrir el cielo. Porque era el festival de los marcianos y
los taxis iban con luz solar. No había ni una parte donde hubiese luz. De
repente, se enteraron de que su rey había muerto y todo volvió en la Tierra a
ser normal. No quedó ni un platillo volante.
jueves, 20 de septiembre de 2018
Pequeños relatos para un gran curso
El alumnado de Sexto ha querido dar la bienvenida al curso escribiendo unos relatos breves aunque extraordinarios. Os avisamos que está totalmente prohibido dejar de usar la imaginación y, por lo contrario, es altamente recomendable soñar mundos maravillosos. ¡Feliz inicio de curso!
“El gran sueño de Noa” Autora: Sofía
Tres, dos, uno,
cero…y su dormitorio despegó como un cohete hacia las estrellas del mundo de
los sueños. De repente, Noa se bajó de la cama y miró a su alrededor; vio
entonces una diminuta estrella sin luz. Enseguida, se acercó, se miraron
mutuamente y sintieron que había algo especial entre ellas. Por un momento, la
estrellita sonrió y volvió a brillar.
En un abrir y
cerrar de ojos, Noa despertó y se dio cuenta de que todo había sido un gran sueño
aunque siempre llevará a esa diminuta estrella en su corazón.
“Una acción arriesgada” – Autora: Encarni
En ese momento
pensé: ¿Cómo voy a escapar de él? Se me ocurrió irme lentamente de su lado,
pero cuando lo hice, el toro me puso los cuernos en la cabeza; en ese instante,
supe que si me movía me mataría. Pensé irme corriendo pero no sería buena
idea ya que el toro correría más rápido que yo… y si, andando lento, me había
puesto los cuernos en la cabeza, imagínate si corría. De casualidad, mi amiga
vino con un pañuelo rojo en la cabeza y le dije: “¡Dámelo, rápido!” Cuando me
lo lanzó, me agaché, lo cogí y, como un torero, me puse a torear.
Después de diez
minutos conseguí salir y todo fue gracias a mi abuelo. Él, en sus tiempos de joven, fue torero y, no hacía mucho, me había enseñado a torear. Si no fuera por él no me hubiese podido escapar.
“¿Cuándo encontraremos al monstruo?” – Autor: Adrián
Después de cinco horas andando, (¿Cuándo encontraremos al
monstruo?, dijo alguien) siguieron caminando y no lo hallaron. De repente, a lo
lejos, se vio una casa encantada enorme. Siguieron andando y llegaron al lugar,
entraron en ella. Allí, en una habitación, escucharon muchos ronquidos.
Abrieron la puerta y… ¡pum!, ahí esta el monstruo.
“La tortuga sabia” Autora: Patricia
La tortuga me miró
como queriendo decir algo, quizás era una tortuga sabia ya que tenía más de
cien años, ¡la tortuga era muy sabia! …y veía lo que iba a pasar. Ella veía el
presente y el futuro.
“El dinosaurio” – Autora: Celia
Cuando la niña
despertó, el dinosaurio aún estaba allí. Era pequeño como un peluche y de color
verde con puntitos morados, por eso a la niña no le dio miedo.
Ella le preguntó
cómo se llamaba y qué hacía allí. Él le respondió que se llamaba Pol, que se
había montado en una máquina del tiempo y se había teletransportado a su
jardín. No sabía cómo volver a su hogar y la niña le dijo que le iba a
ayudar a volver. Al fin, pusieron rumbo hacia el hogar del pequeño dinosaurio.
“Caperucita Roja y sus pensamientos” Autora: Soraya
Caperucita Roja no
había quedado muy convencida por la respuesta de aquel lobo ignorante. El lobo
se acercó a ella y le dijo: “Ven, que te quiero dar caramelos” y Caperucita no
le dijo nada para no enfadarlo. Le volvió a decir que viniera y Caperucita se largó de su lado.
“Juan Zafarrancho” Autora: Belén
Juan Zafarrancho es
un tipo muy serio. No había nadie en el colegio que le rechistara porque era el
más fuerte y un abusón. Él siempre decía que lo tuyo era suyo y que lo suyo era
de él también.
En el recreo les quitaba
el almuerzo a sus amigos e, incluso en casa, les robaba dinero a sus padres
para comprar “chuches”.
“El cofre del tesoro” Autor: Rubén
¡Piratas a la vista!, gritó Susi mientras se descolgaba de
las sábanas mojadas que su madre había colgado en el tendedero. A Susi le
fascinan los piratas y los cofres y su sueño era ver algún día un cofre del
tesoro. Un día Susi se puso a jugar con sus amigos en el parque y, de repente,
la niña vio algo debajo del tobogán. ¡Era un mapa! Susi creía que era un mapa
del tesoro y… ¡lo era! En el mapa ponía que el destino era el campo de fútbol
y, entonces fueron al campo de fútbol. Buscaron por todo el lugar, incluso por
los alrededores pero no encontraron nada. Susi vio la punta de algo
debajo del poste. Levantaron entre todos el poste y allí encontraron otro mapa.
En ese mapa ponía el lugar exacto donde estaba el cofre y ese sitio era el
gimnasio. Fueron al gimnasio y miraron por todas partes. Entonces, el amigo de
Susi dijo:”¿Qué es eso?”. Ella vio algo dorado en una taquilla y cogió su horquilla
para forzar su candado. Abrieron la taquilla y… ¡era un cofre del tesoro! Y eso
significaba que Susi había cumplido su sueño. Eso, a Susi, le hizo muy
feliz y quería. en el futuro, seguir investigando para encontrar más cofres.
“El traje de astronauta” – Autora: Andrea
Creía que aquel
traje de astronauta le protegería de la invasión zombie alienígena pero, lo pensó mejor e inventó un traje “anti-zombie” que tenía: cerillas, armas, una pistola de fuego y un arco. Después, salió de
un escondite y fue rápidamente a un puente que había en esa ciudad invadida.
-
¡OH, NO!, ¡HAY MUCHOS ZOMBIES!– gritó.
Cogió una cerilla,
la encendió pero no pasó nada; luego, cogió el arco y nada; por último, cogió
la pistola y eliminó a muchos zombies.
De repente, vio un
helicóptero y gritó muy fuerte para pedir ayuda.
“Superpoderes” Autor: Miguel Ángel
Apenas llegaron al
borde del camino, pudieron ver el enorme castillo en ruinas sobresaliendo por
encima del bosque. Elías se dirigió con los demás hacia el edificio. Cuando
llegaron, éste dijo que el dragón tendría la llave. Después de entrar, Elena
dijo que había que cogerla con cuidado para no despertar al monstruo. Elías
activó los superpoderes, usó el de invisibilidad y cogió la llave. Pronto, tras
salir del castillo, se fueron a celebrarlo.
FIN
martes, 11 de septiembre de 2018
El origen de nuestros números
La historia de nuestros números es una historia muy antigua. No se sabe con certeza cuánto tiempo hace que los humanos comenzaron a usarlos pero lo que sí podemos asegurar es que desde el principio, el hombre necesitó palabras para expresar cantidades. Contar cuántas personas había en una cueva, expresar a qué distancia estaba el río o tomar alguna medida… había la misma necesidad de comunicarse usando números que hay hoy en día.
Las personas que han estudiado distintos idiomas han encontrado que todos tienen alguna idea de números aunque solo sea las palabras uno y dos en su vocabulario. En una tribu en Bolivia, no existen palabras específicas para designar números excepto la palabra “solo” usada para representar el uno. En idiomas donde solo se utilizan unos pocos números, hay casi o ninguna necesidad de expresar grandes cantidades.
Como no hay registros escritos de cuando el lenguaje se desarrolló, es imposible saber cuándo comenzó el uso de los números. Sólo sabemos que desde muy temprano se necesitaron números para contar. La variedad de cosas usadas para contar es inacabable desde palos, guijarros, conchas, frutos y nudos en una cuerda, hasta el universal sistema de contar con los dedos. Otra tribu, los Malayas, usaban piedras para representar cantidades cuando la cuenta excedía de lo que podía ser expresado con los dedos.
Los sumerios y babilonios
La gente habló durante muchos años antes de que se iniciara la escritura. Igualmente, pasaron muchos años antes de existieran signos para los números. Los primeros documentos sobre los números escritos fueron hechos hace unos 5000 años en el valle asiático de Mesopotamia entre los ríos Tigris y Eúfrates. Unos 2000 años después, los Sumeros, que vivían en la misma zona, desarrollaron un sistema de escritura numérica conocido con cuneiforme. Su uso se extendió y fue adaptado por los mercaderes babilonios quienes lo utilizaron para sus registros comerciales. Usando un palo con la punta con forma de triángulo, los babilonios hacían impresiones en tablas de arcilla que luego eran cocidas para su conservación.
Los egipcios
Los antiguos egipcios vivían en África, cerca del río Nilo y también eran comerciantes y vendedores que necesitaban tener registro de sus transacciones. Como llegaron a ser muy prósperos, necesitaron escribir grandes números lo que provocó el desarrollo de un sistema que se extendía hasta los millones. En cuanto a los símbolos usados, los egipcios escogían cosas de su entorno para simbolizar categorías de números en base diez. Mientras que en nuestro sistema numérico los números los leemos de izquierda a derecha, los eqipcios alternaban de izquierda a derecha en una línea y de derecha a izquierda en la siguiente de la misma manera que araban sus campos.
Los chinos
Los números más antiguos que se conocen fueron usados por los chinos y fueron luego adaptados por los japoneses. El sistema contiene símbolos para los números del 1 al 9 y para las decenas, centenas y millares. Los chinos escribían verticalmente y leían de arriba abajo. En un número, el primer símbolo indicaba la cantidad del segundo símbolo y el tercer símbolo la cantidad del cuarto y así siguiendo.
Fuente: Historia de nuestros números I del blog "Aprendiendo matemáticas disfrutando"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)