Cuando la fuerza lo
decide todo
La guerra consiste
en hacer uso de la fuerza para obtener lo que se quiere.
La fuerza es algo
natural que el ser humano posee dentro de sí. Tiene ojos para ver, oídos para
escuchar, y tiene también fuerza. Esta fuerza es útil para llevar cosas
pesadas, construir casas, trabajar la tierra…, y a veces para pelearse. Al
comienzo de la historia de los seres humanos, la fuerza era muy importante para
vivir. Era quizás lo más importante.
Dos grupos de cazadores están persiguiendo al
mismo antílope. Lo matan. Sus familias esperan cada una en su caverna a que
traigan la caza para comer. ¿A qué grupo pertenece el antílope? Estalla una
enorme trifulca, los hombres se pelean para quitárselo, es la guerra entre los
dos clanes. El grupo más fuerte gana el antílope y se lo lleva a sus familias.
Nadie se extraña de
que la fuerza sea el único medio que tienen las personas para inclinar la
balanza a un lado o a otro. Pelearse es un instinto: algo que el ser humano
sabe hacer sin que se lo hayan enseñado nunca. Como el instinto de las
cigüeñas, por ejemplo: en invierno se van a países cálidos. Nadie les ha
explicado que encontrarán la muerte si se quedan en una región fría: lo sienten
así, lo llevan dentro, de ahí que emigren a África sin reflexionar.
Las personas se
pelean para resolver un problema, igual que bebemos cuando tenemos sed o nos
vamos a dormir cuando estamos cansados. La gran diferencia con la cigüeña es
que las personas no se sienten satisfechas durante mucho tiempo con esta
situación. En el ser humano lo natural no siempre es algo bueno para él.
Para describir cómo
se vive cuando la fuerza lo decide
todo, decimos que el ser humano vive en estado
natural o en estado de naturaleza.
En el estado de
naturaleza puede haber un altercado, una batalla o una guerra en cualquier
momento. Es normal que estalle una guerra cuando unos quieren lo que otros
tienen. ¡Y esto plantea un serio problema! Si los seres humanos vivieran hoy en
el estado de naturaleza, podría pasar esto:
En la panadería, dos personas se pelean
para poder comprar la última barra de pan. La gente que pasa mira desde fuera
para ver quién gana y quién pierde, y la panadería espera que alguien gane para
darle el pan, y ¡nadie se extraña! ¿Y si entrara un gigante de dos metros a la
panadería y enseñara sus grandes músculos? Inmediatamente, la barra de pan
sería para él, porque sería el más fuerte.
Enseguida nos damos cuenta de que nadie puede pensar que
este tipo de vida sea agradable. Incluso los más fuertes viven con temor.
Tienen miedo de encontrarse a alguien todavía más fuerte. Cuando se hagan
viejos, sus fuerzas disminuirán, se volverán más débiles, y los más jóvenes
podrán dominarlos.
Un hombre o un
grupo de hombres que se siente más fuerte que el grupo de al lado puede decidir
de repente ir a robarles todo, ocupar sus cuevas para tener más espacio… El
resultado es que todo el mundo vive con miedo, porque entonces, todas las
personas se convierten en un enemigo para los demás. Como el ser humano es
inteligente, cuando una situación es verdaderamente desagradable, busca los
medios para salir de ella: para salir de ese estado de naturaleza, de ese
estado natural de guerra.
Normas para sustituir
la fuerza
Para los cazadores
de antílopes, una posible norma podría ser: "El antílope se debe repartir entre todos los cazadores presentes”. Cuando no sepas de quién es el bien: “El que tenga la caverna más cerca se
lleva el antílope”; o bien: “El que tenga más niños que alimentar se queda con
el antílope”. En la panadería, la norma es: “Al primero que llega se le sirve
el primero”. Hay que inventarse una norma que a todo el mundo le parezca buena.
El conjunto de normas que eligen las personas para vivir mejor se llama “la ley”
o “el derecho”. “Tener derecho” a hacer algo quiere decir que está permitido.
Es decir, que ninguna norma lo prohíbe.
Una fuerza para hacer
respetar la norma
Cuando se ha
decidido una norma, el problema que hay
es hacerla respetar. ¿Qué tenemos que hacer para que los más fuertes acepten la
norma? Porque, al fin y al cabo, ellos siempre pueden decidir utilizar su
fuerza para obtener lo que quieren. Nadie les puede quitar la fuerza natural.
Las personas piensan entonces que, para hacer que todo el mundo respete una
norma, es necesario crear una fuerza más grande que la de los más fuertes. Una
fuerza que exista solamente para hacer respetar las normas.
Al crear normas,
leyes y una fuerza para hacerla respetar, los seres humanos construyen la paz.
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