lunes, 27 de enero de 2020

Construyendo la paz (1ª parte)


Cuando la fuerza lo decide todo
    La guerra consiste en hacer uso de la fuerza para obtener lo que se quiere.
   La fuerza es algo natural que el ser humano posee dentro de sí. Tiene ojos para ver, oídos para escuchar, y tiene también fuerza. Esta fuerza es útil para llevar cosas pesadas, construir casas, trabajar la tierra…, y a veces para pelearse. Al comienzo de la historia de los seres humanos, la fuerza era muy importante para vivir. Era quizás lo más importante.
 Dos grupos de cazadores están persiguiendo al mismo antílope. Lo matan. Sus familias esperan cada una en su caverna a que traigan la caza para comer. ¿A qué grupo pertenece el antílope? Estalla una enorme trifulca, los hombres se pelean para quitárselo, es la guerra entre los dos clanes. El grupo más fuerte gana el antílope y se lo lleva a sus familias.
  Nadie se extraña de que la fuerza sea el único medio que tienen las personas para inclinar la balanza a un lado o a otro. Pelearse es un instinto: algo que el ser humano sabe hacer sin que se lo hayan enseñado nunca. Como el instinto de las cigüeñas, por ejemplo: en invierno se van a países cálidos. Nadie les ha explicado que encontrarán la muerte si se quedan en una región fría: lo sienten así, lo llevan dentro, de ahí que emigren a África sin reflexionar.
   Las personas se pelean para resolver un problema, igual que bebemos cuando tenemos sed o nos vamos a dormir cuando estamos cansados. La gran diferencia con la cigüeña es que las personas no se sienten satisfechas durante mucho tiempo con esta situación. En el ser humano lo natural no siempre es algo bueno para él.
   Para describir cómo se vive cuando la fuerza lo decide todo, decimos que el ser humano vive en estado natural o en estado de naturaleza.
   En el estado de naturaleza puede haber un altercado, una batalla o una guerra en cualquier momento. Es normal que estalle una guerra cuando unos quieren lo que otros tienen. ¡Y esto plantea un serio problema! Si los seres humanos vivieran hoy en el estado de naturaleza, podría pasar esto:
   En la panadería, dos personas se pelean para poder comprar la última barra de pan. La gente que pasa mira desde fuera para ver quién gana y quién pierde, y la panadería espera que alguien gane para darle el pan, y ¡nadie se extraña! ¿Y si entrara un gigante de dos metros a la panadería y enseñara sus grandes músculos? Inmediatamente, la barra de pan sería para él, porque sería el más fuerte.
Enseguida nos damos cuenta de que nadie puede pensar que este tipo de vida sea agradable. Incluso los más fuertes viven con temor. Tienen miedo de encontrarse a alguien todavía más fuerte. Cuando se hagan viejos, sus fuerzas disminuirán, se volverán más débiles, y los más jóvenes podrán dominarlos.
   Un hombre o un grupo de hombres que se siente más fuerte que el grupo de al lado puede decidir de repente ir a robarles todo, ocupar sus cuevas para tener más espacio… El resultado es que todo el mundo vive con miedo, porque entonces, todas las personas se convierten en un enemigo para los demás. Como el ser humano es inteligente, cuando una situación es verdaderamente desagradable, busca los medios para salir de ella: para salir de ese estado de naturaleza, de ese estado natural de guerra.
Normas para sustituir la fuerza
   El ser humano decide entonces inventar normas, Para que la fuerza no sea lo único que decida todo.
   Para los cazadores de antílopes, una posible norma podría ser: "El antílope se debe repartir entre todos los cazadores presentes”. Cuando no sepas de quién es el  bien: “El que tenga la caverna más cerca se lleva el antílope”; o bien: “El que tenga más niños que alimentar se queda con el antílope”. En la panadería, la norma es: “Al primero que llega se le sirve el primero”. Hay que inventarse una norma que a todo el mundo le parezca buena. El conjunto de normas que eligen las personas para vivir mejor se llama “la ley” o “el derecho”. “Tener derecho” a hacer algo quiere decir que está permitido. Es decir, que ninguna norma lo prohíbe.

Una fuerza para hacer respetar la norma
   Cuando se ha decidido  una norma, el problema que hay es hacerla respetar. ¿Qué tenemos que hacer para que los más fuertes acepten la norma? Porque, al fin y al cabo, ellos siempre pueden decidir utilizar su fuerza para obtener lo que quieren. Nadie les puede quitar la fuerza natural. Las personas piensan entonces que, para hacer que todo el mundo respete una norma, es necesario crear una fuerza más grande que la de los más fuertes. Una fuerza que exista solamente para hacer respetar las normas.
   Al crear normas, leyes y una fuerza para hacerla respetar, los seres humanos construyen la paz.


Texto de Brillitte Labbé y Michel Puech. Ediciones SM, 2002

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